Elena Mazzi (n. 1984) es de Reggio Emilia, Italia. Recibió su BFA en Historia del Arte de la Universidad de Siena, y su MFA en Artes Visuales del IUAV, Universidad de Venecia. La poética de su trabajo trata de la relación entre la humanidad y la disrupción de la naturaleza, y cómo nuestro entorno social y físico impacta en nuestra vida cotidiana. Siguiendo sobre todo un enfoque antropológico, su análisis investiga y documenta identidades personales y colectivas que se relacionan con un territorio específico, y que dan lugar a diferentes formas de intercambio y transformación. Su trabajo aborda conceptos de salud, la pérdida de biorritmos y equilibrio, asó como la conexión entre el paisaje y el cuerpo.
Sus obras han sido expuestas en la galería Whitechapel de Londres, en el GAMeC de Bérgamo, en el MAMbo de Bolonia, en el AlbumArte de Roma, en el Centro de Arte Sonje de Seúl, en el Palazzo Fortuny de Venecia, en la Fundación Golinelli de Bolonia, en el Centro de Arte Contemporáneo Pecci de Prato, 16° Cuadrienal de Roma, GAM Turín, 14° Bienal de Estambul, 17° Bienal del Mediterráneo BJCEM, Pabellón Fittja en la 14° Bienal de Arquitectura de Venecia, COP17 en Durban, Instituto Italiano de Cultura en Nueva York, Bruselas y Estocolmo, Fundación Bevilacqua La Masa.
En 2017 Elena Mazzi caminó desde un peñasco y se lanzó con un clavado al Mar Mediterráneo. No era la primera vez, pero en esta ocasión un ligero movimiento cambió su equilibrio y se lesionó la espalda. El diagnóstico tras el accidente fue la fractura de algunas vértebras. El incidente obligó a la artista a guardar reposo en cama por un período de tiempo, en el que vislumbró una travesía de recuperación. La travesía la llevó a un fiordo de Islandia, un lugar donde la densidad humana se reduce al mínimo y los paisajes se basan en imágenes prehistóricas. Sus reflexiones sobre la salud y la recuperación la llevaron a descubrir que los huesos de los cetáceos flotan durante meses en el agua y los habitantes recogen los restos para decorar sus jardines. Para The Backroom, Mazzi preparó una selección de fotografías personales de su estancia en Islandia donde documentó estructuras arquitectónicas y albercas -a menudo utilizadas para la terapia física- con reminiscencias de huesos, la práctica común de los habitantes de recolectar huesos y esqueletos de cetáceos, y algunos de sus dibujos. Además, incluyó un fragmento del texto de Donna Haraway "Staying with the trouble", donde podemos ver cómo relaciona las historias del cuerpo herido y enfermo con las historias de la Tierra explotada y desequilibrada.
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Hellen Ascoli writes—about weaving and translation—"To let my body be the place where tension meets the ground," and I imagine a lightning rod connecting languages, pulling threads. She combs, she rakes, she draws an exhibition with neon tapes across her backyard, she stacks two tree limbs in an embrace. I spend my pandemic mornings in the sand of a barren yard in the Great Plains in isolation, and the grit powders my skin and gets into my teeth. We write each other letters. Manal Abu-Shaheen sends me a cyanotype she makes, of the ship that brought her great-grandfather to Ellis Island in 1907. She sends a photograph of the sun dunking into the sea beside Beirut. We talk about the failure of language to account for the distance between here and there, especially in these anguished weeks since the explosion. Her photographs of that city were already moving indoors, but now, isolating in New York, she imagines the intimacy of photographing her friends in their homes, indoors, together. The imagining is about closeness, about touch, about longing and what is no longer here, about having a coffee and telling the stories of this particular year. Thuy-Van Vu describes how her father would plant patches of green, plants and flowers, in the sun-bleached yard of his home in Phoenix, Arizona, and how they would always die under the summer sun there. We talk about things that couldn’t be said in words. “This is the idea of a house my father built,” writes poet Diana Khoi Nguyen. Plants now cover every surface of her Seattle office and home; she feels guilty for letting one of them expire for a painting. She sends photographs from a trip to Vietnam: modest sandals in a glass case at the Museum of Fine Arts in Ho Chi Minh City are marked with dirt from an artist’s day of work. A boy sands a carved Buddha, and the wood gradually changes tones. A typed list of “useful phrases for emergencies” in Vietnamese includes “Don’t shoot!” Photographs of a helicopter made of woven grasses and a broken wooden sculpture of a tank are local thrift store finds, imported from Vietnam.