Marjetica Potrč es artista visual y arquitecta que vive y trabaja en Ljubljana, Slovenia. Su trabajo ha sido exhibido alrededor del mundo incluido Yinchuan Biennial (2018), Venice Biennial (2009, 2006 and 2003), São Paulo Biennial (2006, 1996), Gwangju Biennale (2004) y Skulptur Projekte Münster (1997). Ha tenido exhibiciones individuales en Kunsthall Trontheim (2017), Flora ars+natura, Bogota (2017), PAMM Pérez Art Museum, Miami (2015), Eli and Edythe Broad Art Museum, East Lansing, MI (2012), Barbican Art Gallery, London (2007), PBICA, Lake Worth, FL (2003), MIT List Visual Arts Center, Cambridge, MA (2004), Kunsthalle Fridericianum, Kassel (2004) and Guggenheim Museum New York (2001), entre otras. Sus instalaciones de sítio específico incluyene: Of Soil and Water: King's Cross Pond Club, London (2015), The Commons Project, Gemeentemuseum Den Haag (2013), Théàtre Évolutif, Bordeaux (2011), Between the Waters: The Emscher Community Garden, Emscherkunst, Oberhausen (2010), The Cook, the Farmer, His Wife and Their Neighbour, Stedelijk Goes West, Amsterdam (2009) and Dry Toilet, Caracas (2003). De 2011 a 2018 fue profesor en la University of Fine Arts (HFBK) en Hamburgo, donde impartió la clase "Design for the Living World", acerca de prácticas participativas. Además ha impartido clases en MIT, Cambridge, MA (2005) y IUAV University in Venice (2010, 2008). Potrč ha recibido numerosos premios y becas, incluyendo Vera List Center for Arts and Politics Fellowship, The New School in New York (2007), Caracas Case Project Fellowship de la Federal Cultural Foundation, Germany y Caracas Urban Think Tank, Venezuela (2002) y el Hugo Boss Prize, administrado por el Guggenheim Museum (2000). En 2020 Marjetica Potrč participó en la 17 Venice Architecture Biennial.
La práctica de Marjetica Potrč intersecta las artes visuales, la arquitectura y la experimentación social a través de la participación y la búsqueda colectiva de formas sostenibles de vida. Durante los últimos 15 años ha realizado proyectos colaborativos en sitios específicos produciendo “objetos relacionales” y “acciones performáticas” como un sistema que correlaciona estudiantes, vecinos y otras subjetividades dispuestas a producir nuevos conocimientos sobre contextos particulares. En concordancia con las ideas de Bruno Latour, Marjetica recurre al dibujo como una herramienta asociativa de agenciamientos humanos y no-humanos para movilizar, imaginar y producir ideas sobre lo público.
Florestania es la ciudadanía de la gente del bosque, un nuevo acuerdo para la sociedad civil en el estado de Acre. El discurso de Jorge Viana, gobernador de Acre en 2006 dice: “No podemos aceptar el concepto de ciudadanía, porque nos recuerda a las ciudades. Somos gente del bosque y protegemos Florestania, la ciudadanía de la gente del bosque. Florestania es felicidad, respeto por el medio ambiente y ganar dinero con el bosque sin destruirlo ''. Durante nuestra conversación elegimos la serie de dibujos Florestanía para declarar un interés en los conocimientos de las comunidades indígenas en Sudamérica y la emergencia de sus formas de vida que abogan por la sostenibilidad contra agencias capitalistas. La documentación relacionada son archivos que Marjetica ha asociado con los dibujos resultantes. Esta serie de dibujos fue parte del tema Cómo vivir juntos de la 27 Bienal de Sao Paulo en 2006. El segundo dibujo Nomads inhabit islands, inhabitants build walls [Nómadas habitan islas, habitantes construyen muros] (2016) es parte de la serie The Earth drawings. Es una síntesis de las experiencias participativas de Marjetica en diferentes comunidades. El dibujo articula el deseo, la seguridad y la libertad como elementos de los conflictos humanos. En sus dibujos a muro, la escala humana es importante, ya que, por sus dimensiones, son menos un objeto de exhibición que un espacio de involucramiento colectivo. El tercer grupo de dibujos es parte de dos series desarrolladas para la exposición The Social Agreement [El Acuerdo Social] en FLORA ars + natura en Colombia en 2017. Estos dibujos relatan la transiciones de los integrantes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) surgidas en 1964 y diluidas tras un acuerdo de paz en 2016. El dibujo The Agreement: Soldiers to Caretakers [El acuerdo: de soldados a cuidadores] propone las complejidades de un re-ensamblaje social después del acuerdo de paz; The Agreement: Peasant to Soldiers [El acuerdo: de campesinos a soldados] problematiza la conversión y la duración de las autodefensas en la Amazonía Colombiana por más de 50 años hasta la firma del acuerdo. Estos dos dibujos conforman una figura antropomorfa compuesta por una cabeza relacionada con el futuro y los rituales de transición y un cuerpo compuesto principalmente por una maloca, una casa tradicional de las comunidades indígenas de la Amazonía Colombiana que representa los conocimientos ancestrales sostenibles y su supervivencia. El espacio entre los dos dibujos sugiere el caudal del presente que decapita o integra el devenir comunitario.
La primera iteración de este proyecto fue un performance en vivo con mi madre, Gloria María Morillo. Basado en nuestras conversaciones mientras discutimos una selección de tragedias griegas, este performance intenta reconstruir una historia fragmentada de Puerto Rico a través de la perspectiva de mi madre. Este performance también hace referencia al ensayo “ El Género del Sonido” de Anne Carson, particularmente a los festivales clandestinos realizados en las afueras de la ciudad por las mujeres de la isla de Lesbos y a los “Ololyga”, un grito ritualístico que representa un llanto de dolor o placer extremo y que era emitido en estos festivales. Mi madre y yo adoptamos el concepto del “Ololyga” e intentamos explorar su voz como su archivo de duelo e historia.
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Hellen Ascoli writes—about weaving and translation—"To let my body be the place where tension meets the ground," and I imagine a lightning rod connecting languages, pulling threads. She combs, she rakes, she draws an exhibition with neon tapes across her backyard, she stacks two tree limbs in an embrace. I spend my pandemic mornings in the sand of a barren yard in the Great Plains in isolation, and the grit powders my skin and gets into my teeth. We write each other letters. Manal Abu-Shaheen sends me a cyanotype she makes, of the ship that brought her great-grandfather to Ellis Island in 1907. She sends a photograph of the sun dunking into the sea beside Beirut. We talk about the failure of language to account for the distance between here and there, especially in these anguished weeks since the explosion. Her photographs of that city were already moving indoors, but now, isolating in New York, she imagines the intimacy of photographing her friends in their homes, indoors, together. The imagining is about closeness, about touch, about longing and what is no longer here, about having a coffee and telling the stories of this particular year. Thuy-Van Vu describes how her father would plant patches of green, plants and flowers, in the sun-bleached yard of his home in Phoenix, Arizona, and how they would always die under the summer sun there. We talk about things that couldn’t be said in words. “This is the idea of a house my father built,” writes poet Diana Khoi Nguyen. Plants now cover every surface of her Seattle office and home; she feels guilty for letting one of them expire for a painting. She sends photographs from a trip to Vietnam: modest sandals in a glass case at the Museum of Fine Arts in Ho Chi Minh City are marked with dirt from an artist’s day of work. A boy sands a carved Buddha, and the wood gradually changes tones. A typed list of “useful phrases for emergencies” in Vietnamese includes “Don’t shoot!” Photographs of a helicopter made of woven grasses and a broken wooden sculpture of a tank are local thrift store finds, imported from Vietnam.