Patricia Domínguez, 1984, vive y trabaja en Puchuncaví, Chile. La práctica de Domínguez entrelaza mitos, símbolos y rituales con ideas de extractivismo, apropiación cultural y destrucción del patrimonio natural.
Sus exposiciones recientes incluyen: CentroCentro, Madrid; Yeh Art Gallery, New York (all 2020), Gasworks, London; Meet Factory, Prague; TEA, Tenerife (all 2019); SeMA Seoul Museum of Art, Korea; ARCO Madrid; Twin Gallery, Madrid (all 2018); Museo MAC, Santiago; Sala CCU, Santiago; CA2M, Madrid (2017); Pizzuti Collection, Ohio; Galería Patricia Ready, Santiago (2016); El Museo del Barrio, New York; FLORA, Bogotá (2013); The Watermill Center, New York (2010). Es fundadora del Studio Vegetalista, una plataforma experimental de investigación etnobotánica con sede en Santiago Chile. Her next projects will be exhibited at Es la fundadora de Studio Vegetalista, una plataforma experimental de investigación etnobotánica con sede en Santiago. Sus próximos proyectos se exhibirán en TBA21 - Thyssen Museum (2020), Gwangju Biennale y La Casa Encendida (ambos en 2021), y el Wellcome Collection (2022)
Patricia Domínguez produjo Eres un Princeso en el establo Santa Leticia en el pueblo de Honda en Colombia durante 2013. Ahí registró las cercanías (emocionales, afectivas, físicas) de los caballos y sus cuidadores. A partir de estrategias narrativas, las imágenes producen nuevos híbridos que en el contexto de la finca aluden al caballo como una especie domesticada por los ejércitos colonizadores para fines bélicos y su incorporación en el imaginario indígena, el del narco y de la cultura popular.
La selección propuesta para The Backroom son diversos documentos relacionados con Eres un Princeso realizados en los últimos años que muestran los intereses de la artista en naturalezas post-humanas impregnadas de cosmovisiones multiespecies. A través de estos documentos, es evidente la plasticidad con que Patricia se apropia de tecnologías y elementos de la cultura de masas para crear relatos especulativos sobre una doble naturaleza (moderna e indígena ancestral) siempre en conflicto, pero con una intrínseca necesidad de coexistir. Asimismo, presentamos el trabajo del Studio Vegetalista, una plataforma fundada por Patricia donde se comparten las posibilidades del conocimiento etnobotánico con nociones de intercambio y producción de economías comunes. La producción del Studio Vegetalista combina el arte, la etnobotánica y cosmologías curativas y se ha consolidado en publicaciones, grupos de estudios, talleres, tatuajes y otros soportes.
La primera iteración de este proyecto fue un performance en vivo con mi madre, Gloria María Morillo. Basado en nuestras conversaciones mientras discutimos una selección de tragedias griegas, este performance intenta reconstruir una historia fragmentada de Puerto Rico a través de la perspectiva de mi madre. Este performance también hace referencia al ensayo “ El Género del Sonido” de Anne Carson, particularmente a los festivales clandestinos realizados en las afueras de la ciudad por las mujeres de la isla de Lesbos y a los “Ololyga”, un grito ritualístico que representa un llanto de dolor o placer extremo y que era emitido en estos festivales. Mi madre y yo adoptamos el concepto del “Ololyga” e intentamos explorar su voz como su archivo de duelo e historia.
La primera iteración de este proyecto fue un performance en vivo con mi madre, Gloria María Morillo. Basado en nuestras conversaciones mientras discutimos una selección de tragedias griegas, este performance intenta reconstruir una historia fragmentada de Puerto Rico a través de la perspectiva de mi madre. Este performance también hace referencia al ensayo “ El Género del Sonido” de Anne Carson, particularmente a los festivales clandestinos realizados en las afueras de la ciudad por las mujeres de la isla de Lesbos y a los “Ololyga”, un grito ritualístico que representa un llanto de dolor o placer extremo y que era emitido en estos festivales. Mi madre y yo adoptamos el concepto del “Ololyga” e intentamos explorar su voz como su archivo de duelo e historia.
La primera iteración de este proyecto fue un performance en vivo con mi madre, Gloria María Morillo. Basado en nuestras conversaciones mientras discutimos una selección de tragedias griegas, este performance intenta reconstruir una historia fragmentada de Puerto Rico a través de la perspectiva de mi madre. Este performance también hace referencia al ensayo “ El Género del Sonido” de Anne Carson, particularmente a los festivales clandestinos realizados en las afueras de la ciudad por las mujeres de la isla de Lesbos y a los “Ololyga”, un grito ritualístico que representa un llanto de dolor o placer extremo y que era emitido en estos festivales. Mi madre y yo adoptamos el concepto del “Ololyga” e intentamos explorar su voz como su archivo de duelo e historia.
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Hellen Ascoli writes—about weaving and translation—"To let my body be the place where tension meets the ground," and I imagine a lightning rod connecting languages, pulling threads. She combs, she rakes, she draws an exhibition with neon tapes across her backyard, she stacks two tree limbs in an embrace. I spend my pandemic mornings in the sand of a barren yard in the Great Plains in isolation, and the grit powders my skin and gets into my teeth. We write each other letters. Manal Abu-Shaheen sends me a cyanotype she makes, of the ship that brought her great-grandfather to Ellis Island in 1907. She sends a photograph of the sun dunking into the sea beside Beirut. We talk about the failure of language to account for the distance between here and there, especially in these anguished weeks since the explosion. Her photographs of that city were already moving indoors, but now, isolating in New York, she imagines the intimacy of photographing her friends in their homes, indoors, together. The imagining is about closeness, about touch, about longing and what is no longer here, about having a coffee and telling the stories of this particular year. Thuy-Van Vu describes how her father would plant patches of green, plants and flowers, in the sun-bleached yard of his home in Phoenix, Arizona, and how they would always die under the summer sun there. We talk about things that couldn’t be said in words. “This is the idea of a house my father built,” writes poet Diana Khoi Nguyen. Plants now cover every surface of her Seattle office and home; she feels guilty for letting one of them expire for a painting. She sends photographs from a trip to Vietnam: modest sandals in a glass case at the Museum of Fine Arts in Ho Chi Minh City are marked with dirt from an artist’s day of work. A boy sands a carved Buddha, and the wood gradually changes tones. A typed list of “useful phrases for emergencies” in Vietnamese includes “Don’t shoot!” Photographs of a helicopter made of woven grasses and a broken wooden sculpture of a tank are local thrift store finds, imported from Vietnam.