En 2016, como parte del programa Pago en Especie, se integró a la colección del Museo Tamayo el video Exterminio realizado en 2014 por  Edgardo Aragón (Oaxaca, México, 1985). El artista visual utiliza medios como la fotografía, el video, la instalación y el sonido para realizar investigaciones históricas que contextualizan el estado actual de la migración, el narcotráfico y la pobreza, así como la explotación y despojo de los pueblos originarios. Las obras de Aragón emplean un lenguaje poético y evocativo en el que  la violencia está solamente sugerida, y es plasmada de manera implícita valiéndose del paisaje como una importante herramienta narrativa y estética. 

En la obra Exterminio, Aragón nos muestra, con ritmo pausado y en aparente calma, escenas del fértil territorio guerrerense. Sus tomas revelan el infinito mar, vegetación, ríos y algunos turistas en la playa que son observados desde la lejanía. Sin embargo, se percibe una tensión que viene de la extrañeza, el silencio y el vacío. La tensión está presente desde la toma inicial cuando vemos un objeto irreconocible flotando en el mar y a través de la presencia de una avioneta que irrumpe con su vuelo el sonido de las olas y los paisajes idílicos de las playas de Guerrero.

Más adelante, la avioneta se acerca desde el horizonte y deja caer el objeto de la toma inicial: un bule, un fruto seco que los campesinos utilizan tradicionalmente como recipiente para almacenar y beber agua. Además, en algunas tradiciones funerarias indígenas, pequeños bules con agua se meten en los ataúdes para acompañar a los fallecidos en el camino hacia la otra vida. Con estas referencias, Aragón utiliza dicho objeto como metáfora de los cuerpos de campesinos detenidos que en los años setentas, durante la guerrilla encabezada por Lucio Cabañas, fueron arrojados al mar del Pacífico. Se presume que esta operación militar llamada ‘Los vuelos de la muerte’ fue un método a través del cual desaparecieron cientos de campesinos y opositores del Estado. 

Aragón omite cualquier referencia directa a la ‘guerra sucia’ y el bule flota pacíficamente en el mar. La vida sigue su curso, el paisaje no cambia y los turistas siguen nadando mientras el bule, en silencio, deriva en las playas de Guerrero.